-
Bien,
¿con quien te alojas?
Ella
vaciló antes de responder.
-
No se
lo diré a nadie –dijo él-. Lo juro por el Ángel
Ella le
miró sorprendida. Era todo un juramento para un cazador de sombras.
- De
acuerdo –respondió, antes de poder replantearse su decisión-. Me alojo con
Amatis Herondale.
-
Estupendo.
Sé dónde vive. –le ofreció el brazo-. ¿Vamos?
Ella se
las apañó para sonreír.
-
Eres
bastante insistente, ¿sabes?
Él se
encogió de hombros.
-
Siento
una atracción por las doncellas en apuros.
-
No seas
sexista.
- En
absoluto. Mis servicios también están a disposición de caballeros en apuros. Es
un fetiche con igualdad de oportunidades –dijo, y, con una floritura, volvió a
ofrecerle el brazo.
En esta
ocasión, ella lo aceptó.
(Sebastian
y Clary)
-
El niño nacido con esta sangre en su interior
–dijo, y su voz era suave y deliciosa- excenderá en poder a los Demonios
Mayores de los abismos entre los mundos. (…) Si se le adiestra adecuadamente,
no habrá nada que sea incapaz de hacer. Aunque te lo advierto –añadió-,
consumirá su humanidad, igual que el veneno le consume la vida a la sangre.
(Dama
de Edom)
- Eres
mi hermana –dijo por fin-. Mi hermana, mi sangre, mi familia. Debería querer
protegerte… -Lanzó una carcajada muda-. Protegerte de la clase de chicos que
quieren hacer contigo exactamente lo que yo quiero hacer.
Clary se quedó
sin aliento.
- Dijiste
que querías ser solo mi hermano a partir de ahora.
- Mentí
–dijo él-. Los demonios mienten, Clary. Ya lo sabes, hay algunas clases de
heridas que puedes recibir cuando eres un cazador de sombras… Heridas internas
producto del veneno de demonio. Ni siquiera sabes que es lo que te sucede, pero
te desangras internamente poco a poco hasta morir. Eso es ser solo tu hermano.
(Jace
y Clary)
-
Jamás
me devolviste las llamadas –dijo-.Te llamé muchísimas veces y tu nunca me
devolviste las llamadas.
Magnus miró a
Alec como si se hubiese vuelto loco.
-
Tu
ciudad está siendo atacada –dijo-. Las salvaguardas no funcionan y las calles
están repletas de demonios. ¿Y tu quieres saber por qué no te he llamado?
Alec apretó la
mandíbula en una obstinada línea.
-
Si,
quiero saber por qué no me devolviste las llamadas.
Magnus levantó
las manos en un gesto de exasperación. Alec advirtió con interés que, cuando lo
hizo, unas cuantas chispas salieran de las yemas de sus dedos, como libélulas
escapando de un tarro.
-
Eres
un idiota.
-
¿Por
eso no me has llamado? ¿Por qué soy un idiota?
-
No.
-Magnus fue hacia él a grandes zancadas-. No te he llamado porque estoy cansado
de que sólo me quieras ver cuando necesitas algo. Estoy cansado de verte
enamorado de otra persona… de alguien, por cierto, que jamás te devolverá ese
amor. No como yo te amo.
-
¿Me
amas?
-
Nefilim
estúpido –dijo Magnus en tono paciente-. ¿Por qué otra cosa iba a estar aquí?
¿Por qué otro motivo habría pasado las últimas semanas remendando a todos tus
imbéciles amigos cada vez que los hieren y sacándote de cada situación ridícula
en la que te metes? Por no mencionar el ayudarte a ganar una batalla conta
Valentine. ¡Y todo totalmente gratis!
(Alec
y Magnus)
-
(…)
No renunciaría a amarte. Por nada. ¿Sabes lo que me dijo Raphael? Que no sabía
cómo ser un buen vampiro, que los vampiros aceptan que están muertos. Mientras
recuerde lo que sentí al amarte, siempre me sentiré como si estuviera vivo.
(Simon
a Clary)
-
No
hay modo de fingir –replicó Jace con absoluta claridad-. Te amo, y te amaré
hasta que muera, y si hay una vida después de ésta, te amaré también entonces.
(Jace
a Clary)
-
(…)
Podias haber tenido cualquier cosa en el mundo, y me has pedido a mí.
Ella le
sonrió. Mugriento como estaba, cubierto de sangre y tierra, era lo más hermoso
que había contemplado nunca.
-
Pero
yo no quiero ninguna otra cosa en el mundo.
(Jace
y Clary)
- Quiero decir que jamás de los jamases saldría
con una chica que insistiese en que te eliminara de mi vida. No es negociable.
¿Quieres un pedazo de toda esta cosa fabulosa? –Se señaló a sí mismo-. Bien,
pues mi mejor amiga va incluida. No te eliminaría de mi vida, Clary, del mismo
modo en que no me cortaría la mano derecha y se la daría a alguien como regalo
de San Valentín.
(Simon
a Clary)
-
Pareces
feliz –miró a Clary, y volvió la mirada hacia Jace-. Y eso es bueno.
Jace enarcó
una ceja.
- ¿Ésta es la
parte en que me dice que si le hago daño me matarás?
- No –replicó
Simon-. Si le haces daño a Clary, ella es totalmente capaz de matarte por si
sola. Posiblemente, con una gran variedad de armas.
Jace pareció
complacido ante la idea.